Economía popular
La economía popular es un campo en construcción todavía complejo de delimitar. Se trata de una economía real y en movimiento, producto de prácticas específicas de los sectores populares en un escenario de precariedad e informalidad manifiesta en distintas dimensiones. A diferencia de las experiencias de la economía social y solidaria, los hogares en estudio no siempre responden a estrategias superadoras que proponen sortear los avatares de la racionalidad capitalista, ni planifican de modo organizado su reproducción a partir de la construcción de nuevas prácticas solidarias y comunitarias, así como tampoco crean conscientemente modos alternativos de producción y consumo en búsqueda de una transformación radical. La socióloga Mariana Frega señala que, sin embargo, tanto las experiencias de la economía social y solidaria como la diversidad de prácticas y estrategias que conforman a las economías populares comparten el objetivo de transcender la lógica de la ganancia y amplían la noción de reproducción incorporando no solo su dimensión económica, sino también cultural, educativa, afectiva, política.
Asimismo, estas experiencias de organización económica y social constituyen formas específicas de integración e intercambio de los sectores populares que se convierten en respuestas concretas frente a la precariedad de las condiciones de vida condiciones de precariedad y la ausencia de protecciones en el mundo del trabajo
Una característica central de la economía popular es la persistencia del trabajo –mercantil-asalariado– como principal fuente de ingresos de los hogares, pero también la pérdida de preeminencia de esos ingresos en la determinación de las estrategias de reproducción y las condiciones de vida. Esto se debe fundamentalmente a las condiciones en que los trabajadores y las trabajadoras de la economía popular se insertan en el mundo del trabajo: la mayoría lo hace de manera informal, percibiendo bajos salarios o ingresos, y en ocupaciones que se consideran de baja calificación. Aquí cobran relevancia las formas de trabajo no remuneradas ligadas a garantizar la sostenibilidad de la vida en las unidades domésticas y las redes comunitarias que articulan los trabajadores y trabajadoras en sus territorios.
En este sentido, el análisis de esta economía coloca en el centro las especificidades territoriales en donde se emplazan las estrategias, siendo este aspecto de suma relevancia para comprender las condiciones de vida de la población.
¿Qué estrategias se despliegan para garantizar la reproducción de los hogares en este contexto? Dentro de la matriz de la economía popular podemos encontrar por lo menos cuatro estrategias que definen su especificidad: a) aquellas que se vinculan con la obtención de bienes de uso; b) las relacionadas con la generación de ingresos; c) las desplegadas para la obtención de financiamiento y, por último, d) aquellas que resultan del entramado de las anteriores y se orientan a ampliar el “fondo de reproducción de los hogares”. Por consiguiente, estas estrategias no pueden pensarse por fuera de su articulación al interior del propio hogar, en relación con otros hogares, con el mercado, con el Estado y otras instituciones de la sociedad civil, ámbitos de relaciones que han señalado Susana Hinzte y Serge Paugam.
Este atlas delimita su universo empírico en aquellos hogares de la economía popular que lograron el acceso al suelo y la vivienda en el Conurbano bonaerense mediante el despliegue de estrategias distintas a las formales de compra y alquiler. Esta delimitación tiene resonancias teóricas en la perspectiva adoptada, ya que confiere centralidad a las estrategias de acceso a la ciudad para definir los limites o contornos de lo que comprendemos como economía popular. En estos términos, un rasgo fundamental de dicha delimitación es el despliegue de modalidades específicas (no formales) de resolución, que contribuyen a la distinción de este espacio económico.